Existen dos objetivos comerciales que son esenciales para cualquier negocio: atraer a nuevos clientes y aumentar las ventas. El cumplimiento de dichas metas depende, en gran medida, de la propia experiencia de compra. Actualmente, el cliente no valora, únicamente, la calidad de un buen catálogo. Analiza la propuesta de un punto de venta desde un punto de vista integral. Por ejemplo, prefiere comprar en una tienda que ofrece distintas alternativas para realizar el pago. De este modo, tiene la posibilidad de decidir cuál es aquella que más se ajusta a sus expectativas. Pues bien, el pago a plazos es una tendencia que crece hoy en día.
Una fórmula que triunfa porque ofrece beneficios para ambas partes. El proyecto consigue nuevas oportunidades de negocio y amplía su público objetivo. El consumidor, por su parte, dispone de un sistema flexible que le permite afrontar el pago de una compra con la máxima comodidad. En ausencia de esa posibilidad, muchas personas posponen la decisión de adquirir un producto. Y eso repercute directamente en las ventas y en los beneficios. En la actualidad, muchas familias están atravesando un periodo de incertidumbre, al igual que las propias empresas.
Quienes viven un periodo de cambio a nivel laboral intensifican el ahorro en el día a día. Pues bien, el pago a plazos permite planificar una compra con la máxima flexibilidad. El consumidor adquiere el producto ahora, sin embargo, lo paga poco a poco en pequeñas mensualidades. Una propuesta que resulta ideal para adquirir un bien sin exceder el presupuesto personal. Dinamiza el catálogo, mejora la atención al cliente, incentiva las ventas e inspira confianza al consumidor.
Por ello, el sistema de pago a plazos va más allá del aspecto económico que tiene tanta relevancia a nivel comercial. Fortalece la imagen de marca (el gran público percibe de forma positiva que un negocio ofrezca esa posibilidad). Los negocios pueden implementar distintas medidas para incrementar su propuesta de valor. Y el pago a plazos también es clave para potenciar de forma significativa la diferenciación ante otros competidores directos. Los propios consumidores comparten con su entorno las características de una experiencia de compra que ha resultado tan positiva. Y, en definitiva, dichos testimonios mejoran el marketing de la tienda.